Aunque la basílica de Santa María constituye el único escenario real del Misteri, su música y su significado se extienden por múltiples ámbitos de la sociedad licitana y, entre ellos, al poder político. Por eso, a pesar de que, cinco siglos después, su puesta en escena en el Ayuntamiento se ha reducido a un valor simbólico, la Prova de Veus sigue siendo uno de los momentos más esperados de La Festa por su particular atmósfera y, sobre todo, por ser el primer ensayo que determina la cuenta atrás de las representaciones.

Todos estos sentimientos se reflejaban en los rostros de los auténticos protagonistas, los miembros de la Escolanía, cuando se sentaron, algunos por primera vez, en los bancos del salón de plenos. Al principio no podían esconder sus pervios, pero cuando se subieron al atril, éstos se sustituyeron por la emoción que supone entonar las melodías del drama sacro-lírico para ganarse la aprobación de las autoridades locales antes de las representaciones de agosto.

Noticia y fotografías extraídas del diario Información